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Hogar de oro
Cincuenta. Yo sé lo que significa: ¡plenitud! Haber dejado atrás el miedo; confiar en que cada dificultad es solo una piedra en el camino, que siempre hay forma de esquivar y andar. Es haberse despojado de oídos demasiado sensibles; recuperado el valor de la libertad de las palabras, revestidas de prudencia y tolerancia. Es haber descubierto la magia de crear y recrear nuevas ilusiones...
Es así como veo a Rosa Amelia, cuando se sienta a dirigir el Comité Editorial de HOGAR, la revista que fundó hace 50 años. Aún no sé cómo lo hizo. Cómo logró hacer brillar una rosa en medio del caos de aquel septiembre de 1964.
Guayaquil y el país vivían una época de sobresaltos políticos y sociales por la oposición a la Junta Militar que había tomado el poder. La revista se editaba en días tumultuosos, en que los Presidentes de las Cámaras de la Producción llegaron a ser detenidos y enviados a la cárcel, provocando la inolvidable “Marcha de negro” protagonizada por mujeres guayaquileñas vestidas de luto, que enfrentaron con valor a las bayonetas. Ellas, justamente ellas, eran las primeras lectoras de HOGAR.
La revista de la mujer ecuatoriana iría a luchar de otra manera. Sin violencia, sin demandas ni empujones; sin gritos ni peleas, pero abriendo un espacio vital para que las ecuatorianas empezaran a expresarse en aquello que las unía: la conquista de la belleza, del amor y de una familia donde fuera posible forjar un hogar.
El rostro de Jackie Kennedy en la portada era un guiño a las historias de ensueño, a los consejos para la seducción y la belleza, esparciendo encanto a las tareas domésticas, para entonces identificadas únicamente con las mujeres. En aquel septiembre del 64 se inauguraban los Juegos Olímpicos de Tokio, se estrenaba en Broadway “El violinista en el tejado” y en Roma se abría el tercer ciclo del Concilio Vaticano II.
En el Ecuador arrancaba la obra de Fe y Alegría para llevar la educación donde terminaba el asfalto; se fundaba el club de los puros criollos, El Nacional; y la Junta Militar disponía las primeras medidas de la flamante Reforma Agraria. Mario Moreno “Cantinflas” triunfaba en la Plaza de Toros de Quito y el General Charles De Gaulle hacía un saludo televisado al Ecuador.
De aquel episodio hasta aquí, cuánto cambió el país. Cuánto cambió el mundo y cuánto cambiamos nosotras… y HOGAR, siempre fiel a su espíritu de acompañar a la mujer ecuatoriana, hizo lo suyo, con sutileza y encanto, adecuándose a los tiempos, recogiendo en sus páginas, el eco del rumbo que tomaban ellas.
Hoy sus caminos son diversos, exquisitos, infinitos… Las mujeres conquistaron casi todo lo que les fue vedado… Incluso abandonaron ya la lucha feminista, por resultar a estas alturas innecesaria. Por desgracia, en una parte del mundo, la mujer sigue siendo inferior, sometida, dominada y por eso la tenemos presente en HOGAR, entendiendo con susto, que un ejemplar en sus manos, casi podría ser considerado una herejía, aunque apenas sea la vida… la vida de nosotras, las mujeres que somos y queremos ser. Las mujeres que llegamos a los 50 para acercarnos a saborear la plenitud.
Esta es una HOGAR DE ORO, no solo por su aniversario sino por su espíritu, más vivo que nunca, enriquecido y fortalecido por la diversidad y la cosecha…
Malabares Cotidianos
Cincuenta años
Hoy, Revista Hogar está de celebración. Cincuenta años de sueños compartidos, de buena compañía, de aprendizaje y complicidad.
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