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Úrsula Strenge, EL AMOR no muere
La repentina muerte de Iván Nogales, esposo de una de las presentadoras más queridas de la televisión, causó una verdadera conmoción en el país. Buena parte de los ecuatorianos hicieron suyo el dolor de su viuda y respetaron su decisión de mantenerse en silencio, hasta ahora. Aquí, extractos de la primera entrevista que concedió a Tania Tinoco, para Hogar.
Martín solo se acercó, cuando las lágrimas empezaron a correr sobre el rostro de Úrsula. Se acurrucó junto a sus pies, después de haber mirado alrededor, con las orejas paradas. Desde el segundo piso, desde donde se puede mirar a la sala, lugar de la entrevista, Martina se asomaba también, guiada por ese instinto felino que Úrsula aprecia tanto.
-Iván siempre me reclamaba por los gatos. Que si dejaban tantos pelos, que si eran metidos. Refunfuñaba, pero los quería-.
Macho y hembra, de raza, son más mimosos que nunca desde que Iván cruzó a la otra orilla. Úrsula siente que la acompañan, que sus ojos están pendientes de los suyos. Cuando ha dejado de llorar para seguir con la entrevista, los gatos se han alejado.
Desde niña ha sido muy cercana a los animales. Con Iván pusieron un hotel para mascotas, y aunque parece decidida a dejar esa empresa, su amor por perros y gatos, continúa intacto.
-Teníamos muchas cosas en común, no solo éramos esposos, padres, éramos amigos. – ¿Tu cómplice? –Sí, mi cómplice, Iván decía que él era mi manager. Y en verdad yo dejaba que él manejara los temas del dinero, inversiones y eso. Cuando yo ganaba algo extra, le decía: 'Voy a tener una platita' y él decidía qué hacer. Es que él era muy rápido para tomar decisiones, no como yo, que siempre lo pensaba mucho… Él vivía acelerado, todo para ayer... Siempre tenía un plan B. A todo le sacaba el mejor provecho y si las cosas no salían, recurría al plan C-.
Su rostro deja la sonrisa y habla bajito: -Ahora tengo que decidir todo yo, y se me hace muy difícil. Hay días en que estoy más clara y puedo tomar decisiones más fácilmente… otros días no. Pero sé que tengo que hacerlo y lo hago… Sé que estoy sola, con mis hijas, y estoy de pie por ellas.
Fue su amiga y jefa, Catrina Tala, directora de En Contacto, quien la aconsejó no dejarse presionar por nada y tomarse su tiempo para reacomodar su vida: “–Un día a la vez-“, le dijo al oído y fue, asegura, como una hoja de ruta, una vía de escape, y es así como se mantiene.
-Hay días más difíciles, que otros. Hay días en que me puedo reír a carcajadas y puedo bromear con mis hijas. Otros, no tanto. Hoy pude, mañana, no sé. Y es que cuando me dejo llevar por el mañana, me siento aprisionada en el pecho, porque no sé cómo será cuando se gradúen del colegio por ejemplo, cuando cumplan quince años y quieran bailar el vals; cuando vayan a escoger a un hombre como compañero de vida e Iván no esté para decirles algo…entonces me da un dolor profundo y digo: ‘¿Será que puedo?’-.
Es claro que la atormenta el futuro sin el hombre que fue su esposo por casi 15 años…
Lo suyo había sido un amor relámpago. Se conocieron a la salida de un cine. Los presentó Andrea González. En tres meses se casaron.
En 2001 llegó Camila, en quien Úrsula encuentra la determinación y la claridad de su padre… Ivanna, la segunda, de 11 años, es la más parecida a Iván. Deportista, sociable, preocupada por mantener a la familia cerca. La menor de sus hijas acaba de cumplir 4 años, Cristina, y es quien más preocupa a su madre.
-Cuando le pregunto: ‘¿Dónde está papá?’, ella se pone una mano en el corazón y con la otra señala al cielo-.
Aunque Iván hubiera querido tener un varón, nunca reclamó por ello. Se contentaba diciendo que él siempre iba a ser el rey de la casa. Sus amigos coinciden en que era un hombre de hogar, siempre actuando como eje unificador de la familia. Por eso Úrsula quiso pasar las navidades con su hermana y su madre, su suegra y sus cuñados. Cenaron en su casa, con el recuerdo perenne de Iván.
En marzo volverá de lleno a la televisión, no solo como presentadora de En Contacto, sino con el segmento Mujeres Arriba. Quiere corresponder al cariño y respeto de su público, que de alguna manera hizo suyo el dolor.
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Epígrafe
-Cuando le pregunto: ‘¿Dónde está papá?’, ella se pone una mano en el corazón y con la otra señala al cielo-, dice sobre su hija menor, Cristina.
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Le cuesta pronunciar la palabra viuda. Es dura y sin darme cuenta bajo el tono para comentarle, a manera de pregunta, que las mujeres sabemos que las muertes ocurren a diario, separando a parejas, a esposos, amantes, pero que difícilmente imaginamos que eso nos va a tocar a nosotros… Su respuesta, es también una reflexión:
-Que diferente imaginé mi vida. Nunca me imaginé viuda. Con Iván bromeábamos sobre quién iba a morir primero, pero siendo viejitos los dos. Él decía que iba a ser yo y nos reíamos. Ahora no está, pero lo tengo siempre presente y hay momentos en que me quiebro, viendo una foto o viendo a mis hijas dormir y pienso que ojalá que las vivencias sean suficientes para haber aprendido a llevarlo en el corazón-.
Iván murió de una trombosis pulmonar en la madrugada del 13 de diciembre pasado, después de haber compartido con familiares y amigos una posada navideña y el cumpleaños de su prima. Se quejó de pronto de un dolor intenso en el pecho y la sensación de ahogo. Un médico presente intentó auxiliarlo, hasta que llegó una ambulancia para trasladarlo al hospital. No alcanzó a llegar, le sobrevino la muerte. No había cumplido aún 44 años, era sano, deportista, sin vicios y estaba lleno de ilusiones.
-Yo le pido a Dios todos los días, al Espíritu Santo, que me dé serenidad, que me dé sabiduría para tomar las decisiones correctas, las palabras correctas...y siento que lo hace. Se lo pedí de rodillas ese momento en que tenía que decirles a mis hijas lo que había pasado y en la despedida que le hicimos. Le dije: ‘Dios, no quiero hablar yo, que seas tú el que hable por mí, que me haga decir las palabras correctas para aliviar su dolor... y sentí que lo hacía... las palabras fluían mejor que si hubieran estado escritas en un guión... y me dije: ‘Este es Dios, Dios que está conmigo’-.
Bañada en llanto recuerda ese preciso momento, y luego suspira, se limpia las lágrimas y me dice que el amor no ha muerto, que solo la vida se ha ido.
La comprendo. Después de todo, ya lo han dicho los sabios: ‘El amor solo muere con el olvido’.
Fueron los amigos quienes se encargaron de todos los arreglos fúnebres. Mariuxi, su prima y mejor amiga postergó su retorno a Alemania para estar un mes con ella. Jessica Villao y Carla Rossi no la dejaron sola, ni un momento, así como Andrea González, productora de Ecuavisa y madrina de su hija menor, y Andrés y María Gracia Ycaza.
-Ellos han sido tan importantes en estos momentos, no tengo palabras para agradecerles. Mis compañeros de En Contacto, que son como mi familia… Don Xavier Alvarado (Presidente de Ecuavisa). Él me dio un abrazo tan sentido en el velorio y me dijo: 'No tienes que regresar, sino hasta que estés lista'-.
-Yo estoy aprendiendo lecciones de fortaleza con mis hijas... Les hablo de él, para ver si les saco lágrimas, porque siento que necesitan sacarlas, porque creo que tal vez no entienden la dimensión de lo que nos ha pasado... A veces creo que ni ellas ni yo hemos tocado fondo y por eso yo trato de traerlo mucho en las conversaciones familiares...-.
Se sienta a diario en la mesa con Camila, Ivanna y Cristina y muchas veces con alguna de sus amigas. Permanece cercana a su madre y su hermana y también a la familia de Iván.
-He aprendido a agradecer a Dios porque me lo puso en el camino y porque me dio el regalo más maravilloso que tengo, mis hijas, y porque él se ha repartido en ellas. En cada una descubro a Iván y estoy descubriendo una Úrsula que no conocía-.
No sabía que podía ser fuerte, que podía levantarse y dedicarse a resolver asuntos pendientes de los que se ocupaba Iván y de los que no conocía en detalle. Solo no quiere compasión, no quiere lástima.
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-He aprendido a agradecer a Dios porque me lo puso en el camino y porque me dio el regalo más maravilloso que tengo, mis hijas...-.
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“Así es. No puedo permitirme la compasión e interiorizarla para sentir autocompasión. Yo no quiero la pena, lástima no quiero, no me hace bien. Úrsula quiere seguir adelante, sin que esto signifique olvidar a Iván… Él está aquí, lo siento… y le hablo, a veces sin darme cuenta de que físicamente ya no está”.
Ha perdido mucho peso y el brillo de sus ojos. Aun así sonríe, sin dejar de llorar y el dolor se le nota. No tengo palabras para consuelo, ¿quién puede tenerlas si no ha sufrido un golpe así?
Sale muy poco de su casa y aunque no viste de negro y la palabra viuda le retumba, está dispuesta a seguir viviendo, abrazada del amor que germinó en sus 3 hijas…
-Somos 4 mujeres solas y yo voy a caminar adelante… hoy puedo, ¿será que podré mañana?
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