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Columnista Cuestión de geografía Tal parece que, dependiendo del sitio donde nazcas, ser mujer puede ser una bendición o una desgracia.


Cuestión de geografía

En Sudán no celebran el Día del Padre, pero si lo hicieran, nadie estaría más feliz que Daniel Wany.  Su esposa y madre de sus 2 hijos, la doctora Mariam Ibrahim Ishaq,  vivirá y saldrá de prisión tras una larga batalla en que la presión mundial y la intercesión del Primer Ministro inglés, David Cameron, lograron disuadir a la justicia sudanesa de aplicar la sentencia a muerte por los crímenes de apostasía y adulterio. 
Mariam nunca se consideró musulmana, porque su padre, que sí lo era, la abandonó a los 6 meses y fue criada por una madre cristiana.  Con el tiempo pudo estudiar y se casó con el estadounidense Wany, también cristiano. Pero la familia paterna se sentía ofendida y  la acusó formalmente de haber renegado del Islam. La Justicia de Sudán, basada en la sharia o ley islámica, la halló culpable de haberse convertido al cristianismo, crimen de apostasía.   En consecuencia anuló su matrimonio y  la  consideró adúltera. El adulterio se paga con la muerte. Fue encarcelada y en prisión nació su segundo hijo, una niña. Le  habían concedido la gracia de 2 años de vida para amamantarla y después ejecutarla en la horca. 

Su caso movilizó al mundo y, sobre todo, a mujeres que han relacionado su suerte con una cuestión de geografía. Tal parece que dependiendo del sitio donde nazcas, ser mujer puede ser una bendición o una desgracia. En Nigeria, en la aldea de Chibok,  más de 200 adolescentes fueron secuestradas en la escuela donde estudiaban con la venia de sus padres. Hombres armados se las llevaron a la fuerza el pasado 14 de abril. Eran las huestes del grupo terrorista Boko Haram, que quiere instaurar una nación islamista radical y por tanto no acepta la educación de las mujeres.  Las 219 adolescentes siguen retenidas y podrían ser vendidas como esclavas sexuales.  Sus captores difundieron recientemente un video que muestra a las niñas rezando una Sura del Corán, cubiertas con el velo islámico y sentadas en el piso. La máxima concesión ofrecida por  Boko Haram es “canjearlas” con prisioneros de guerra. 

Un secuestro así sería impensable en países de occidente, al menos que provengas de clanes fanáticos y extremistas donde el “honor” vale más que la vida.   Una investigación de Naciones Unidas dice que al menos 20 mil mujeres mueren cada año en manos de sus familias en los llamados crímenes de honor. 

A fines de mayo, en la entrada de un Tribunal de Justica en Lahore, Pakistán, Farzana Iqbal  fue lapidada.  Tenía audiencia en la corte para declarar que no estaba secuestrada por su esposo.  Se sentía con derecho al amor y había desobedecido a su familia que la prometió en matrimonio a un primo.  Su padre, 2 hermanos, el primo y otros vecinos la esperaron cerca del tribunal, y al verla llegar  la golpearon con piedras y ladrillos hasta matarla. Estaba embarazada de 5 meses. Su padre, ya detenido,  ha confesado que debió darle muerte porque solo la sangre lava el honor… 

Sé que esto suena horrendo y afortunadamente lejano a nuestra realidad, pero no podemos ignorarlo.  Por eso, cuando veamos a padres llevando a sus niñas a la escuela, o apoyándolas para que vayan a la universidad pidamos bendiciones para ellos, recordando lo que está ocurriendo hoy en otras partes del mundo, donde también hay padres  capaces de arrancarse el corazón de un cuajo, dando muerte a quien dieron vida… Daniel Wany ha dicho que se mudará con su hija a otro país… Allí la llevará de la mano a la escuela, intentando olvidar esa fatal cuestión de fanatismo y geografía que debió enfrentar Mariam. Nota: Al cierre de esta edición, el Gobierno de Sudán aclaraba que el anuncio de la próxima liberación de Mariam, hecho por Londres, era anticipado.


Por Tania Tinoco
Periodista. Directora de Telemundo

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